Samuel Estrada
No hay más, hoy solo existe una opción que debe estar en mente de cada uno de los jóvenes que representan a nuestro país en el mundial sub 17, y es ganar.
Ganar para convencer de que se puede, ganar para generar esa confianza que fortalezca la mentalidad de los seleccionados, y los mantenga conscientes de que lo que se logró en 2005, hoy, seis años después se puede repetir de inmejorable forma en nuestro país.
Ellos tienen la responsabilidad inmediata y a futuro de limpiar la imagen que tenemos a nivel mundial –hablando de selecciones- con los casos tan recientes de polémicas, indisciplinas, fiestas, dopajes, y demás. Los jóvenes deben levantar la mano por nuestro futbol, por nuestro país y por ellos mismos.
Hoy se enfrentan a Francia, un hueso duro de roer; encuentro del que no dudo ni un momento ante la posibilidad de vencer y llegar a la semifinal, en donde un monstruo los esperará con hambre de estar en la final a disputarse en el Estadio Azteca.
Pero… ¿Cómo llegar a la semifinal?
Pregunta que respondo con dos palabras, HACIENDO GOLES.
Por los partidos que he podido observar de los dirigidos por el “Potro” Gutiérrez, creo que es un equipo con dinámica, que siempre está buscando el área rival, pero al igual que la mayoría de las selecciones que hemos tenido en los últimos años, carece de contundencia ante la posibilidad de marcar en la meta rival. Para ser francos, no me agradan sus delanteros que tienen tintes de “tronquismo”. A su vez, enaltezco la facilidad que tienen al tocar una o máximo dos veces el balón, imprimiendo un juego con dinámica colectiva.
El apoyo de la afición será fundamental para que detone de forma motivacional a los pequeños jugadores, insisto en que es posible ganar la copa del mundo sub 17.
De lo anterior sólo hay tres opciones que al paso del tiempo, mi loca mente ha intentado descifrar. De este mundial o salen estrellas, “estrellitis” o terminarán estrellados; los ejemplos son muchos y son más que conocidos, o ¿No?
Por otra parte no estoy tan contento con la falta de interés de muchas personas que a lo largo de la fase de grupos y aún en los octavos de final, dejaron de asistir a los estadios, claro, porque la selección mexicana no estaba ahí, pero tener la oportunidad de ver a selecciones de otros países morirse en la cancha, es única. Creo que a muchos nos hubiese encantado que una de las sedes fuera el Nemesio Diez de la capital mexiquense. Antes de finalizar la columna en curso, esperemos que la selección sub 17 saque el carácter, la fuerza y el poder; o sea, el “FUA” que tan de moda está.
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