Samuel Estrada
Fin de semana distinto en la capital del Estado de México que trajo consigo la función de box “Noche de campeones”, televisada por Azteca y Fox Sports; un evento que a decir verdad no es común que visite estos lares, y que denota que el boxeo es uno de los deportes con gran número de aficionados después del futbol en nuestro país.
Siendo críticos de la noche sabatina de box sin el afán de destruir, sino construir mediante argumentos firmes que fortalezcan y defiendan el deporte como tal, a la vez de abogar por el respeto al público consumidor que hace que un evento camine, creo que es necesario abordar las siguientes vertientes.
Iniciaré por lo más importante y por quien siempre levantaré la voz; sí, la gente, los aficionados, el público o como quieran nombrarle.
Por un lado, me da mucho gusto que haya personas que desean con vehemencia tener eventos en su ciudad con reconocimiento a nivel nacional que en este caso lo da el poder de la televisión; el entorno, creo que es lo que hipnotiza al asistente para darle la significación a lo que vive, el entorno, es lo da el realce a cualquier evento deportivo. Al hablar del contexto, me refiero a las cámaras de televisión, a las edecanes, a las figuras deportivas, a los reflectores, a las bebidas, a las diferentes zonas pasando de general a VIP -que tan de moda está-, creo que todos esos elementos en conjunto hacen que un evento tenga el reconocimiento de sus asistentes.
De lo que no estoy para nada tranquilo, al tiempo que me veo obligado a criticarlo, es que no se haya respetado a la afición, a nosotros los medios de comunicación y mucho menos a un deporte que le ha dado en demasía a nuestro querido México. Me refiero a los tan repentinos cambios de cartel, a los cambios de rivales de los boxeadores y al desconocimiento de ellos mismos sobre sus contrincantes. Se necesita seriedad.
Por otra parte creo que es justo reconocer a quien hace posible que estos espectáculos deportivos lleguen a la gente de Toluca y alrededores, pienso que el arriesgar dinero, al final puede ser el detonante del éxito o el fracaso, dicen por ahí, “el que no arriesga, no gana”.
Lo más importante para su humilde servidor y con lo que me quedo, es haber visto gente entusiasmada con el deporte de los puños, gente que pide a gritos más eventos como el del pasado sábado; gente que necesita un escaparate a su cotidianidad, gente que también añora ser consentida y tomada en cuenta.
Antes de terminar esta columna pugilística única en su especie, debo plasmar en letras y palabras la felicidad que me causó al igual que a muchos aficionados de este deporte, el ver figuras más que conocidas en el medio, como Giovanni Segura, Miguel “títere” Vázquez, Marco Antonio Barrera, Antonio Margarito, Fernando “Cochulito” Montiel, y la leyenda viviente Julio César Chávez. ¿Necesitábamos más?
Antes de llegar al punto final, hago mención de lo que repruebo y que no me gusta, la política inmiscuida en el deporte.
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