Samuel Estrada
Se reanudó la liga mexicana después de ese lapso que dejó la fecha FIFA, en la que pudimos ver a selecciones nacionales de todo el mundo en acción.
Ayer la cancha del estadio Nemesio Diez fue pisada por los actuales campeones de nuestro futbol; Monterrey, que cuenta con un equipo que línea por línea es lujosa y fue de manera tajante superior a un Toluca resquebrajado, que no ve la luz en casa, que no hace pesar el infierno y que con mucho esfuerzo consiguió el empate que ya conocemos.
A Toluca se le ve sin claridad, algo pasa en el corazón de los diablos, se nota en el desempeño de sus jugadores, en su actitud, se nota en los mismos aficionados que no gustan de la forma de juego del equipo rojo, que bostezan durante el partido señal de lo aburrido que se proyecta desde el césped.
Por fortuna para sus seguidores y para el mismo equipo, el grupo dos al que pertenecen es el más flojo, que tiene a cinco equipos con 16 puntos de 36 posibles, lo que es lamentable y habla del nivel tan bajo que brinda el futbol mexicano y de las oportunidades que se tienen de calificar a la liguilla y por qué no, de salir campeón. Un campeón mediocre.
Lo que puedo aportar al tema, es que los únicos culpables de esa baja de juego son los jugadores y pondría en segundo lugar al director técnico. Se imaginan que la justicia en el futbol se hiciera presente y que en lugar de correr al técnico por los malos resultados, bajas de juego o rachas negativas, se presentara a la inversa y los castigados fueran los jugadores.
Yo si lo imagino, y aunque suena algo disparatado creo que sería benéfico; así tendríamos futbolistas realmente comprometidos con su equipo, con su gente y lo más importante con ellos mismos. Desquitar lo que ganan no sería una mala idea, siempre lo he dicho y lo diré, sólo se dedican a patear la pelota, ganan más dinero que muchas personas en nuestro país en toda su vida y no aprovechan el ser de los pocos privilegiados a los que llamamos, jugadores de futbol.
Hoy, al ver las transmisiones de futbol en televisión, escuchar la radio e imaginar las acciones, o ir al mismo estadio para vivirlo; puedo decir que nuestro balompié está cruzando una crisis severa de nivel futbolístico, -me refiero a lo tedioso- que no te presenta novedades, que se ha vuelto cotidiano, que nos ha hecho conformarnos con menos de veinte goles por jornada y destellos de espectacularidad en sus juegos.
Ahora los equipos juegan a no recibir gol, a tener marcas de minutos sin anotaciones, se han olvidado de batir records de goles anotados en una jornada, de goleadas en casa, golizas en un estadio o en otro, se han olvidado hasta de divertirse en la cancha, de divertir a la gente mejor no hablemos.
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